La unidad
La unidad imparte clases en los niveles iniciales con el taller experimental Materia y Espacio, en proyectos 4 y 5, 8 y 9 y PFC. Mi tarea ha sido colaborar en los niveles 4 y 5, junto con un profesor ayudante y un becario.
Componentes:
Ignacio Vicens.
José Antonio Ramos.
Luis Basabe.
Miguel Martín Escanciano.
Álvaro Moreno.
Juan Cueto Puertas.
Joan Ramon Cornellana.
Ejercicios:
El semestre se ha dividido en dos ejercicios:
– Un ejercicio previo, de duración corta. Una manzana cuadrada a repartir entre equipos de cuatro alumnos que debían ponerse de acuerdo sobre la partición y proyectar juntos o por separado cuatro viviendas individuales de hormigón armado.
– Un segundo ejercicio consistente en una torre de viviendas de hormigón armado en la zona norte de la M-30.
Durante estos meses he aprendido sobre todo, a mirar un proyecto ajeno con rapidez: en poco tiempo ver las posibilidades que tiene, lo que está por explorar e intuir los caminos erróneos. Tareas que antes me llevaban bastante más tiempo. El apremio de tener al alumno delante con su proyecto y tener que decirle algo que le sea útil hace crecer la agilidad.
Colaboración.
Durante este semestre, además de corregir proyectos de manera conjunta e individualmente, hemos procurado ofrecer una serie de pequeñas charlas, de media hora, los lunes al inicio de la clase. En ellas se ha explicado algún proyecto ejemplar desde un enfoque particular de modo que se pudiesen extraer informaciones útiles para el ejercicio que los alumnos estaban realizando. Las que yo ofrecí fueron las siguientes:
– Casa en Ad Arzachen. Cerdeña. Marco Zanuso. Una visión radical de la casa patio.
– Wall Houses. John Hejduk. El muro como elemento fraccionador de la vivencia.
– Maison à Bourdeaux. OMA/Rem Koolhas. Escaleras de la segregación. La casa de un único protagonista.
– Hecksher House. E. Larrabee. El objeto. La bandeja.
– Romeo & Julieta windmill. F. Ll. Wright. Síntesis de la torre.
– 599 Lexington Avenue. E. Larrabee. Variaciones en altura.
– Torres de vivienda en Barakaldo. Federico Soriano. Adopción de una imagen necesaria.
Durante estos meses he aprendido sobre todo, a mirar un proyecto ajeno con rapidez: en poco tiempo ver las posibilidades que tiene, lo que está por explorar e intuir los caminos erróneos. Tareas que antes me llevaban bastante más tiempo. El apremio de tener al alumno delante con su proyecto y tener que decirle algo que le sea útil hace crecer la agilidad.
A parte de esto la experiencia me ha suscitado algunas reflexiones sobre lo que debería guiar la labor del docente:
- Aprender a seleccionar entre las obviedades. Como todo el mundo sabe, lo obvio es lo evidente. Pero a veces no todo el mundo comparte las evidencias y otras veces lo obvio encierra dentro de sí alguna información no tan obvia. A veces lo obvio está sepultado bajo capas de argumentos de otro tipo y no es difícil de apreciar, por lo que deja de ser obvio. Por estos motivos incidir en lo obvio es, a veces, fuente de conocimiento. Es necesario por tanto aprender a distinguir entre obviedades vacuas y sabrosas. Por otra parte obviar significa ignorar, no prestar atención. Personalmente estoy agradecido a todo aquel que ha conseguido hacerme prestar atención a cosas a las que antes no prestaba, que ha hecho que deje de obviar cosas. Es de agradecer que alguien te cuente las cosas de modo que capten tu atención. Tú luego, libremente, continuarás o no con ese interés.
- Para conseguir esto es necesario ejercitarse en desmenuzar el conocimiento de modo que lo que en nuestra cabeza forma bloques de razonamientos compactos, ya comprobados y aceptados, entre los que nuestro pensamiento circula tomando atajos, se deshaga en piezas más pequeñas y más fácilmente diluibles que deberán ser comprobadas y administradas en dosis más o menos dilatadas. En definitiva, enseñar consiste en parte en sacar a la luz pública dignamente dispuesto algo que hasta el momento ha permanecido oculto. Vestirlo y/o completarlo para la ocasión. Supone un esfuerzo, pero sólo así se puede conseguir ofrecer algo útil.
- Me parece interesante concebir la docencia como una actividad que se basa en el compartir, en el poner a disposición. Compartir no significa intercambiar. Significa ofrecer, a fondo perdido. La labor del docente es ofrecer a fondo perdido. Es decir, de algún modo el profesor no va al aula a enseñar nada sino a poner a disposición de terceros algo. Ideas, conocimientos, técnicas… No se trata principalmente de inculcar nada a nadie sino de, por el método que se nos ocurra, suscitar interés sobre una serie de cuestiones. De ahí surgirá el acercamiento del alumno al tema y el descubrimiento y conocimiento por sí mismo que, en mi opinión, es la mejor y más verdadera forma de conocimiento. Para esto es bueno a menudo que el profesor calle y que hablen los alumnos. Con ello se consigue que las cosas no vengan únicamente del profesor sino que son descubiertas entre todos. Como todo el mundo sabe y siempre se dice, el que más recibe en un intercambio de este tipo es el profesor. Pero solo si ha ofrecido a fondo perdido. Dejar al alcance de otros algo propio significa, además de que realmente no es propio, que hay un trabajo de destilación, ordenación.
- Consolar al abatido es otra de las tareas del profesor de proyectos. Existe una gran cantidad de personas que pasan por la Escuela y por los cursos de proyectos como quien oye llover. A menudo tienen capacidades que ellos mismos no conocen. Aportan inicios de trabajos que podrían ser fabulosos si se desarrollaran con entusiasmo. Por motivos desconocidos, seguramente muy variados (vienen quemados de otros cursos, se infravaloran, ven las asignaturas como mero trámite a superar con la menor complicación posible) pasan por la escuela sin pena ni gloria. En ocasiones incluso con bastante pena y ninguna gloria. Creo que la posibilidad de pasar por la escuela sin enamorarse de nada, sin interesarse realmente en nada relativo a la arquitectura, es un drama mucho mayor y más acuciante que el que puedan propiciar todas las sucesivas reformas educativas que se han sucedido y se sucedan. El cometido del profesor de proyectos también es, en muchos casos, animar, hacer ver el valor de las cosas. Discretamente, de manera no directa, de modo subliminal. Se puede pensar que es una tarea de psicólogo, o que esa es quizá una actitud paternalista. No lo sé. Creo que es necesaria. Cuanta más gente salga de la escuela interesada, enamorada de la arquitectura y consciente de sus propias capacidades, con hambre de conocer, mucho mejor.La valoración global de la experiencia es más que positiva. Todo un descubrimiento.