La reflexión sobre un programa docente en arquitectura sin duda es una reflexión sobre la propia disciplina de la arquitectura.
¿Dónde comienza y termina el trabajo del arquitecto? ¿Hasta dónde se tendría o sería bueno que influyera un arquitecto? ¿Cuáles son las fronteras de la profesión?
Cómo abría que formar a los nuevos arquitectos, a esos futuros profesionales a los que les espera un panorama complicado, apasionante y en pleno cambio. Y este cambio debe comenzarse por una crítica, plantearse qué responsabilidad tenemos en la actual situación. Dejar en manos de otras profesiones el desarrollo de nuestras ciudades, no involucrarnos en proceso de toma de decisión en todos los niveles sociales. ¿Nos corresponden estos papeles o somos solo simples profesionales al servicio de nuestros clientes que nos marca el qué, el cómo, el dónde, por cuanto y en qué tiempo debemos diseñar los edificios y ciudades?
Tshumi en su artículo “Space and event” describe dos tipos de aptitudes para enfrentarse al problema edificatorio por un lado una visión preocupada por estilo y lenguaje arquitectónico sin salir de la disciplina y por otro la apertura en la búsqueda de nuevos programas en otras disciplinas, es decir una preocupación por un lenguaje auto referenciado o la búsqueda de una disciplina abierta a nuevos proceso, que exploren nuevos campos que abran nuevas fronteras al arquitecto. Porque no armar a un joven arquitecto con herramientas o estrategia suficientes como para poder abrir su campo de influencia. ¿Cómo estamos enseñando a los nuevos arquitectos que lo único que les importa es formar su propio estudio de arquitectura? ¿Por qué no se los motiva desde el principio de su formación, una formación que ya es multidisciplinar, para que se encuentren plenamente satisfechos con su profesión realizando otros trabajos que tienen mucho que ver con la arquitectura y en donde podrían influir de forma determinante, sin que sea desde un estudio de arquitectura?
¿Cuál es o cual debería ser el programa docente que forme los arquitectos? Integrarse, dialogar, buscar sinergias con otras disciplinas, relaciones con otros campos de conocimiento y la cultura diferentes, frente a la endogamia disciplinaria. Enseñar a cómo no dejarse llevar por el capital, cómo captar la atención, el interés, la voluntad de un estudiante de arquitectura para que se comprometa con el futuro trabajo que va a realizar, sea cual sea. Sin duda pasara por la experimentación en la enseñanza como pregona Beatriz Colomina en su artículo Radicals Pedagogies, experimentar nuevas formas de enseñar nuevos programas pedagógicos experimentales que no solo se centren en el diseño de edificios sino que vayan más allá.