Idas y venidas
//Mateo Fernández-Muro_Unidad Vicens//Joaquín Juberías_Unidad Aparicio//Ana Medina_Unidad Isasi-Galiano
Programa (griego): se refiere a la orden del día, es decir, las actividades planeadas y prescritas que sirven como guías durante funciones organizadas. Programma viene del verbo prografo. Pro significa “antes”, y grafo “escribir”.
Proyecto (latín): proiectus, derivado del supino del verbo proicere, del latín pro (hacia delante) e iacere (lanzar), cuyo supino es pro + iactum que con apofonía da proiectum. Es decir, proyecto es literalmente lanzamiento hacia delante, hacia el futuro.
La operación de replanteo es la operación por antonomasia previa a todo proyecto arquitectónico.
Podemos afirmar entonces que el proyecto es la formalización a posteriori de un programa a priori, el dibujo de un modelo, una simplificación. Por otro lado, el replanteo se presenta como la escritura del proyecto a escala real, sobre el plano de la realidad compleja, siendo el programa la adaptación en la realidad. Si no se puede medir temporalmente la realidad, sí se puede generar crisis frecuentes en las cuales se replantee la realidad del programa. Esto nos lleva a poner en cuestión el programa docente como un elemento estable.
Docencia y práctica profesional, en la que el arquitecto sea consciente de que puede modificar la realidad, como la debemos enfrentar, sin importar si el experimento confirma o desmiente la hipótesis, aquí (universidad) como si de un laboratorio químico se tratase, lo importante es experimentar.
Desafiar algunos de los supuestos y convenciones así como las estrategias y metodologías que se han venido utilizando en las disciplinas de la arquitectura y del urbanismo. Esto requiere poner en cuestión y replantear algunos de los aspectos del pensamiento y de la acción que han dominado las dos disciplinas en las últimas décadas, empezando por la brecha existente entre la teoría y la práctica. La práctica arquitectónica ha optado, por un lado, abrazar teorías abstractas que no intervienen en la praxis ni como medio o medios para legitimar el proyecto arquitectónico; por otro lado, rechazar cualquier teoría mostrando un pragmatismo que sugiera que la practica deriva y está completamente determinada por la realidad existente sin necesidad de una mediación teórica, y por lo tanto cayendo en una subordinación al status quo.
A su vez, la teoría no lo ha hecho mucho mejor, opta por un academicismo que permite tomar una distancia crítica pero que se aleja de propuestas concretas de acción y de intervención. En consecuencia, la teoría ha producido un análisis muy profundo así como una crítica condenatoria en ausencia de un compromiso con la práctica, careciendo de la palanca necesaria para ser implementada, es una percepción sin acción.